Venía por Belgrano. Frenó y se quedó en doble fila. Abrió la puerta, tenía en su mano un mate. Lo escarbó con la cuchara, le sacó hasta la última hojita de yerba, le colocó agua, hizo un leve sarandeo para enjuagarlo, tiró el agua, acomodó las cosas y siguió viaje. Todo en el medio de la calle, tan de ella como mía. Y tuya.
martes, 28 de junio de 2011
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