¿Cuántos somos en Trelew? ¿120 mil? ¿132 mil?... ¿quién da más? ¿Y en Chubut?
Para no andar a tientas y locas, el censo del próximo miércoles 27 vendrá muy bien. Pasó una década desde el último relevamiento nacional y la actualización de la información estadística es clave para que, a partir de datos ciertos, podamos tener una foto lo más actualizada posible sobre cómo estamos.
¿Cuántos habitantes de Trelew cuentan con cloacas? ¿Y con energía eléctrica? ¿Qué porcentaje de vecinos de la ciudad viven en casas con piso de tierra? ¿Y con agua potable? ¿Qué cantidad cuenta sólo con estudios primarios? ¿Y universitarios? ¿Qué porción de los hogares tiene computadora? ¿Cuántas personas poseen teléfono celular?
El cuestionario que el miércoles harán los censistas, cerca de 6500 en toda la provincia, permitirá contar con datos reales para que después, a partir de ellos, los gobiernos instrumenten políticas públicas. Servirá además para determinar el número de representantes que la población elegirá en cada jurisdicción, conocer la situación demográfica, educativa y de acceso a los servicios básicos de todos los hogares, explica el matemático del Indec, Augusto Hoszowski.
Se diseñaron dos planillas. El cuestionario básico se hará en todas las localidades con más de 50.000 habitantes. Y el cuestionario ampliado, para todas las localidades con menos de 50.000 habitantes y a un grupo determinado de hogares, a modo de muestra, en las localidades con más de esa cantidad de pobladores.
En este censo, como novedad, se incorporan dos preguntas: una, sobre el uso de la computadora y la otra, sobre existencia de población afrodescendiente. Además, tal como se hizo en el anterior, el de 2001, habrá preguntas referidas sobre discapacidad, pueblos originarios y se tomarán en cuenta a las parejas del mismo sexo.
“Es la primera vez, después de 120 años que la Argentina se preocupa por este tema y constituye un reconocimiento al aporte que esta cultura hizo al país y un rechazo al preconcepto de que no hay negros o descendientes en el país”, dijo a la agencia oficial Télam Federico Pita, de la organización Diáspora Africana (DIAFAR), cuando el 8 de octubre último se presentó el censo.
En su página institucional el Indec brinda algunos tips sobre la metodología, para quienes tienen dudas sobre el horario en que se hará, quién censará y muchos otros etcéteras.
Este es el décimo censo nacional que emprende la Argentina, y se hará en simultáneo con otras 70 naciones. Según la Dirección General de Estadística y Censos del Chubut, en nuestra provincia serán censadas cerca de 600 mil personas y 155 mil viviendas.
Asi que, ya sabés: el miércoles ni lo dudes y esperá al censista. Vale la pena saber un poco más sobre nosotros.
viernes, 22 de octubre de 2010
miércoles, 20 de octubre de 2010
¡Feliz cumple, Trelew!
Todo lo que lograron fue gracias al esfuerzo, a la decisión y al empuje. Se arremangaron, y trabajaron. Estaban dándole forma al lugar que iba a ser su casa, su refugio, su vida, y eso era lo único importante.
Tampoco fue un obstáculo la falta de transporte para comercializar la producción: decidieron construir un ferrocarril desde Trelew hasta Madryn para sacar por mar los productos... y lo hicieron. Fueron los colonos galeses los mentores de esta ciudad que tanto queremos y que hoy, mucho tiempo después, por momentos se exhibe sin rumbo, mareada entre baches. Felices 124 años, Trelew.
lunes, 18 de octubre de 2010
Cof, cof, cof... libre ¿de qué?
El camión circulando, como si nada estuviera ocurriendo, por la avenida Eva Perón, pasó la rontonda 5 de octubre, cruzó el río y tomó la ruta 7 para contaminar el aire puro de las chacras.
La falta de control ya es un clásico. Tanto, que cuando se realizan algunos operativos, las oficinas de prensa emiten un comunicado con foto para informarlo, no sea cosa que los vecinos no se enteren que realmente sucedió.
Pero la Ley de Murphy se hace carne a cada segundo. En esta caso, cuando un control es necesario, no está. ¿Quién es responsable de que vehículos en este estado circulen?
¡Hooolaaa!, ¿hay alguien del otro lado?
martes, 12 de octubre de 2010
Tránsito: piden cambio de sentido
Ver mapa más grande
Podríamos hacer de este blog un álbum fotográfico con la cantidad de imágenes de autos circulando a contramano por la ciudad. Con la apertura de nuevas calles por parte del municipio, o la extensión del trazado de muchas otras hacia sectores que progresivamente fueron poblándose hasta armarse verdaderos barrios, los conductores aún no se deciden a cumplir lo que marcan los carteles y circulan en la dirección que les conviene.
Sin embargo, eso no es lo que ocurre en una calle de Trelew que convoca al conflicto donde el diseño vial hecho por las autoridades y las necesidades de los vecinos circulan en sentido opuesto. En Mermoz (paralela a Murga) entre Yrigoyen y Condarco, las partes no se ponen de acuerdo.
Para la comuna, esa porción de la mencionada arteria está pensada como salida hacia Yrigoyen, mientras que todos los que viven por allí la utilizan como calle de ingreso hacia los barrios que están entre Cangallo y Murga, aduciendo que es la única vía de ingreso acceso directo. Y algo de razón tienen.
Quizá, el municipio podría atender el reclamo y analizar un posible cambio de sentido o permitir que en esos 100 metros se pueda circular en ambas manos, ya que, además, la calle en cuestión cambia de dirección entre Cangallo y Bolivia.
De lo contrario, para lo único que servirá este post es para darle una idea a los inspectores sobre dónde posicionarse en la ciudad para labrar infracciones cuando el tesoro municipal ande corto de fondos.
viernes, 8 de octubre de 2010
¿Por qué cuesta cumplir las reglas?
Los argentinos somos maestros en el arte de violar las normas. Las reglas, los compromisos, la palabra asumida, la ley. Nada vale, porque muchos de los 40 y tantos millones de argentinos que somos decidimos con preocupante frecuencia obviar eso que está escrito y aquello otro que el sentido común indica.
Por conveniencia propia, porque nos creemos más vivos que los otros, porque sabemos que es muy usual que el que lo hace no lo pague, porque cada vez nos mostramos más reacios a la vida en comunidad y por tanto, más proclives al individualismo.
Pasamos en luz roja. Detenemos el vehículo sobre la senda peatonal. Paramos en doble fila todas las veces que tenemos ganas. Tiramos a la calle los papeles de basura que acumulamos dentro de nuestro auto. Sacamos al perro a la calle para que su caca la haga en la vereda, y no en el patio de casa. Ponemos la bolsa de basura en la calle, en cualquier horario, porque adentro molesta. Estacionamos el auto sobre la vereda y ni reparamos si obstruimos el paso de los peatones. En resumidas cuentas: cada uno hace lo que se le canta.
Todo esto viene a cuento de una charla que tuve ayer con uno de mis hijos, de 10 años. Quería ir con jogging, zapatillas y remera a la escuela y aunque a primera lectura suena razonable, él y yo sabemos perfectamente que el uniforme es otro: pantalón gris, camisa blanca, corbata azul, y zapatos. La escuela tiene uniforme, así como unas optan por el guardapolvo blanco y otras, por nada en especial. Pero cada una tiene sus reglas. Reglas que deben cumplirse.
En su defensa esgrimió argumentos que, si hubiera contado con algún abogado batallador cerca, podrían haberme hecho torcer mi postura: "da lo mismo cumplir que no cumplir porque si te ven con zapatillas nadie te dice nada", fue uno; otro: "hasta los hijos de los maestros van vestidos como quieren" y un tercero (para no abundar) "soy uno de los únicos tarados que cumple y, ¿cuál es el premio?".
Cada año, al momento de reinscripción, la escuela y los padres firman un acta de compromiso, que entre otros puntos incluye un acuerdo de convivencia. Ese documento, menciona una extensa lista de pautas y establece cuál es el uniforme.
El mismo no da lugar a dudas: el uso de zapatillas se reserva sólo para educación física. Si desde chicos, como padres, les mostramos que aquello a lo que nos comprometemos después no lo cumplimos ¿no le estamos chingando al foco?, ¿o estoy exagerando?.
Si no estamos dispuestos a cumplir las pautas que tiene el colegio al que enviamos a nuestros hijos por propia elección, ¿no deberíamos llevarlo a otro? La sensatez es un condimento que está faltando entre nosotros.
Sin embargo, lo que más me preocupó es el mensaje que con 10 años ya recibe de la sociedad. Por cumplir, se siente un estúpido.
Por conveniencia propia, porque nos creemos más vivos que los otros, porque sabemos que es muy usual que el que lo hace no lo pague, porque cada vez nos mostramos más reacios a la vida en comunidad y por tanto, más proclives al individualismo.
Pasamos en luz roja. Detenemos el vehículo sobre la senda peatonal. Paramos en doble fila todas las veces que tenemos ganas. Tiramos a la calle los papeles de basura que acumulamos dentro de nuestro auto. Sacamos al perro a la calle para que su caca la haga en la vereda, y no en el patio de casa. Ponemos la bolsa de basura en la calle, en cualquier horario, porque adentro molesta. Estacionamos el auto sobre la vereda y ni reparamos si obstruimos el paso de los peatones. En resumidas cuentas: cada uno hace lo que se le canta.
Todo esto viene a cuento de una charla que tuve ayer con uno de mis hijos, de 10 años. Quería ir con jogging, zapatillas y remera a la escuela y aunque a primera lectura suena razonable, él y yo sabemos perfectamente que el uniforme es otro: pantalón gris, camisa blanca, corbata azul, y zapatos. La escuela tiene uniforme, así como unas optan por el guardapolvo blanco y otras, por nada en especial. Pero cada una tiene sus reglas. Reglas que deben cumplirse.
En su defensa esgrimió argumentos que, si hubiera contado con algún abogado batallador cerca, podrían haberme hecho torcer mi postura: "da lo mismo cumplir que no cumplir porque si te ven con zapatillas nadie te dice nada", fue uno; otro: "hasta los hijos de los maestros van vestidos como quieren" y un tercero (para no abundar) "soy uno de los únicos tarados que cumple y, ¿cuál es el premio?".
Cada año, al momento de reinscripción, la escuela y los padres firman un acta de compromiso, que entre otros puntos incluye un acuerdo de convivencia. Ese documento, menciona una extensa lista de pautas y establece cuál es el uniforme.
El mismo no da lugar a dudas: el uso de zapatillas se reserva sólo para educación física. Si desde chicos, como padres, les mostramos que aquello a lo que nos comprometemos después no lo cumplimos ¿no le estamos chingando al foco?, ¿o estoy exagerando?.
Si no estamos dispuestos a cumplir las pautas que tiene el colegio al que enviamos a nuestros hijos por propia elección, ¿no deberíamos llevarlo a otro? La sensatez es un condimento que está faltando entre nosotros.
Sin embargo, lo que más me preocupó es el mensaje que con 10 años ya recibe de la sociedad. Por cumplir, se siente un estúpido.
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