Un lugar en el mundo

Ayer a la mañana seguía el armado de casillas en los
terrenos ubicados frente al Barrio Los Aromos.

Dividieron el terreno en 60 lotes de 10x20 y cada una de las 60 familias tomó posesión. Como pudieron, con lo que tenían a mano, delimitaron su espacio y se apuraron a levantar sus casillas para marcar territorio. Familia Ramos. Familia Ancamil. Familia González... los carteles escritos en cartón y clavados en maderas, se repiten en la puerta de entrada a cada franja de tierra.
Dicen que no son okupas. Que no les gusta escuchar las barbaridades que dice la gente sobre ellos en lo de Difilippo. Que no quieren que les regalen nada, que buscan un acuerdo con el dueño de la tierra. Y que quieren pagar. Repiten, para aventar malas caras, que no tienen nada que ver con Antonia Martínez, la líder del Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados (MIJD). Y que el intendente, César Mac Karthy, se equivoca feo al meter a todos en la misma bolsa. A los buenos y a los malos.
"Hablan pestes de nosotros pero usted es la primera que viene acá. Nos tienen miedo, dicen que los vamos a sacar a cascotes pero esos son los piqueteros que están allá, detrás de la iglesia; nosotros no tenemos nada que ver con ellos", me dice María Laura, estirando el brazo y apuntando con el índice para marcar allá. Ella es la voz cantante del grupo, a la que van a buscar cuando llego al lugar. María Laura vive justo del otro lado de la avenida Juan Domingo Perón. Y hasta hace un tiempo, sí participaba del movimiento piquetero de Martínez.
"Me fui porque ellos siempre consiguen cosas por las malas. Hacen piquetes, ocupan el IPV, ocupan el municipio y les dan bolsas de comida, subsidios, garrafas, lo que quieran. Nosotros no queremos nada de eso, queremos un pedazo de tierra para ser propietarios porque estamos cansados de llenar planillas y esperar para que nada pase", dice.
Américo tiene 47 años, tres hijos y un trabajo en el Hospital Zonal, pero no da más detalles. "Pago $ 900 por una casa de una pieza, una cocina y un baño y no puedo más. Los vecinos de Los Aromos (el barrio ubicado justo enfrente) dicen que esto se va a convertir en un Tiro Federal; pero no, no queremos eso. Somos argentinos, ¿dónde quieren que vayamos a vivir?", preguntó.
María Laura entrega un prolijo cuaderno donde figuran todos los datos de quienes se asentaron allí: nombre, documento, ocupación, composición familiar. Todos esos datos le fueron aportados la noche anterior a la Policía, que los visitó.
La edad promedio de los que quieren asentarse allí es de 36 años. La familia más numerosa tiene ocho hijos. Las demás, a vista de pájaro por la planilla que me muestra, tres. Los hombres están empleados en el rubro de la construcción. También hay un camionero, un soldador y un guardia de seguridad privada. Las mujeres, por goleada, son amas de casa.
Bajo ningún punta de vista consideran que actúan por fuera de la ley. Defienden la ocupación y argumentan que el Estado ya se tomó su tiempo para dar respuestas, que no llegaron.
Que están anotados en el IPV hace seis, ocho, cuatro años y que quienes no lo están, no pueden hacerlo porque no cumplen con los requisitos que el organismo pide. Que sí, que es cierto, que se entregaron muchas viviendas, pero que por qué a ellos no les tocó.
"La familia dueña de este predio tiene buena predisposición. Nos reunimos y nos dijo que si lo ocupamos, el municipio tendrá que responder. Con toda la tierra que tienen, que nos quedemos con este pedacito, no les va a hacer ni cosquillas", opinó, risueña, María Laura que con sus frescos 25 años se maneja con una desenvoltura que sorprende en esta cruzada que encaró.
Terminamos de hablar y llegó el diario. Batieron sus brazos con ganas, cruzándolos por arriba de sus cabezas, haciendo señales para hacerle ver que estaban allí. No querían otra cosa que ser escuchados y contar su verdad.