Arriba: antes de terminar su protesta, y cuando ya habían logrado la adjudicación
de más terrenos, los manifestantes incendiaron gomas pegadas al cordón para inundar de humo a los efectivos que protegían a la Municipalidad. Abajo: la montada siguió de cerca la protesta.
de más terrenos, los manifestantes incendiaron gomas pegadas al cordón para inundar de humo a los efectivos que protegían a la Municipalidad. Abajo: la montada siguió de cerca la protesta.
Arriba: Una pareja se abraza después de que el muchacho tirara nafta sobre las gomas para lograr más fuego. Atrás, con pantalón rojo y guardapolvo, la hija de ambos observa el fuego y escucha cómo su padre y su tío (de remera blanca) insultaban a la policía.
Abajo: los jóvenes, amplia mayoría en el grupo.
Abajo: los jóvenes, amplia mayoría en el grupo.
Ahora que el desalojo ya pasó, que todos los que quisieron decir algo lo dijeron y lograron unas líneas en los diarios, que el municipio le otorgó al Movimiento Independiente de Jubilados y Pensionados más terrenos sociales de los que ya se había comprometido a entregarles, ¿cuál es la etapa que sigue? ¿O el movimiento que lidera Antonia Martínez se dará por satisfecho en sus reclamos y aquí terminará todo? Si uno sigue el comportamiento de este grupo, verá que la demanda es su oxígeno: garrafas sociales, subsidios, bolsas de alimentos, terrenos. ¿El próximo pedido será la construcción de las casas?
Algo fue evidente el viernes. Mientras el movimiento de jubilados y pensionados (en cuya composición, vaya paradoja, no se encuentra a simple vista a ningún jubilado ni pensionado pero sí jóvenes que no superan los 30) fue a incendiar gomas frente al edificio Municipal y a pintar sus paredes, el otro grupo, el de las 60 familias que aquí contamos su historia, y que lidera una joven de 25 años, y a quienes también las topadoras municipales derribaron sus casillas de chapa (en las que no vivían sino que habían sido construídas para marcar territorio) no se sumó a la protesta porque a muchos el municipio les adjudicó lotes sociales en el barrio Los Pensamientos.
Pero el caso de Antonia Martínez y de quienes la siguen es diferente. Aprendieron rápidamente que si copan el recinto municipal o generan disturbios en la calle, el Ejecutivo municipal responderá con alguna solución. Es la clase política de Trelew en pleno la que alimenta esta práctica; en donde sus integrantes en vez de buscar y diseñar políticas públicas en conjunto que contribuyan a aminorar la indisimulable crisis social, se tiran dardos cruzados cuando algo estalla para reducir, cada uno, sus responsabilidades.
Se podría pensar que Martínez no tiene otro interés que agitar y provocar caos, pero hay muchísimas otras familias que usurparon terrenos que no estuvieron en la plaza enfrentándose con la policía y que esperan soluciones de fondo y no parches, que en cualquier momento, se volverán a despegar.